Translate

Aprender a Leer Textos y Contextos (Parte I)


En general todos los seres humanos debemos leer mucho, casi todo el tiempo. Pero cuántos seres saben leer comprendiendo, asimilando, reflexionando y aprendiendo de ello. Antes leer fue un privilegio, en estos momentos leer y, sobre todo, “leer textos y contextos interpretándolos mediante una crítica argumentativa”, es una necesidad.

En este siglo XXI nos encontramos con un volumen inimaginable de información, la cual es la base más importante para el desarrollo científico y social. Lo anterior implica que los seres humanos deben desarrollar las capacidades necesarias para trascender el reunir vocales y consonantes o memorizar conceptos como simples grabadoras.

Anteriormente leer implicaba solo deletrear, ahora y casi siempre, va más allá, lo cual implica interpretar, comprender y tomar una posición crítico-reflexiva frente al texto y el contexto. Leer es más que relacionar palabras, signos alfabéticos u otra clase de símbolos, o su decodificación, puesto que en el siglo del “conocimiento y la información” las TIC’s no solo facilitan las diferentes acciones y gestiones humanas, también “unen y transportan” el mayor volumen de información y conocimiento nunca antes pensada, por lo tanto, pueden, en primer lugar, formar o deformar, y en segundo lugar, es imposible memorizar volúmenes tan grandes de información. Solo se puede manejar comprendiendo, reflexionando y aplicándolo al “Mundo de la Vida”.  

Todo lo anteriormente citado implica que las instituciones educativas de todo nivel, especialmente los docentes, dirijan sus esfuerzos a desarrollar los procesos perceptivos, cognitivos y lingüísticos necesarios para formar a las y los estudiantes, con el propósito de desarrollar múltiples competencias.

El marco que soporta la propuesta de la educación por competencias va más allá de una educación basada en transmisión de conocimientos, lo que infiere explicita e implícitamente es desarrollar a las personas de forma integral en todas sus dimensiones. Así, las competencias básicas, cognitivas, comunicativas, emocionales, ciudadanas, laborales generales y específicas, científicas, entre otras, aportan un nuevo marco teórico y conceptual que exige a las instituciones educativas una restructuración a fondo, máxime, si necesariamente para formar un ser humano integral se deben transversalizar en los procesos de enseñanza-aprendizaje las dimensiones ética, biológica, psicológica (cognitiva, comunicativa y emocional), y sociocultural y productiva, así como también los conocimientos generales al igual que las temáticas, contenidos y conocimientos específicos tendientes a formar un ser competente en las diferentes dimensiones humanas.

El término «transversalidad», es un concepto que deberá incorporarse en su ejecución y aplicabilidad, para comenzar a responder a los retos que enfrenta la sociedad y la educación en éste siglo XXI. Tal y como lo señala José Tuvilla Rayo: “La educación tiene la finalidad de contribuir a desarrollar en los alumnos y alumnas aquellas capacidades que se consideran necesarias para desenvolverse como ciudadanos con plenos derechos y deberes en la sociedad en la que viven. Capacidades que tienen que ver no sólo con los conocimientos que aportan las diversas materias curriculares o disciplinas, sino también con ciertas cuestiones de una gran trascendencia en la época actual sobre las cuales las sociedades reclaman una atención prioritaria. La educación, por consiguiente, debe posibilitar que el alumnado llegue a entender esos problemas cruciales -de los que se hace eco la comunidad internacional- y a elaborar un juicio crítico respecto a ellos, siendo capaces de adoptar actitudes y comportamientos basados en valores, racional y libremente asumidos. Esta reflexión es la que ha llevado a emprender en numerosos países reformas educativas que comparten el mismo enfoque curricular y en las que el concepto de «transversalidad», aunque con diferencias, constituye uno de sus más importantes rasgos, introduciendo nuevos contenidos curriculares, pero sobre todo reconstruyendo y reformulando los existentes desde un nuevo enfoque integrador e interdisciplinar”.[1]

Ya que en medio de tantas exigencias, retos y necesidades que impone éste siglo del conocimiento y la información, aparecen las transformaciones socioculturales y productivas, que también exigen reflexiones en el “ser”, el “saber”, el “saber hacer” y el “saber vivir en comunidad”. A su vez, todo esto lleva consigo el “enriquecimiento” teórico conceptual de los modelos que dan soporte a ese ser, saber, hacer y convivencia social.

Pero, para que exista ese enriquecimiento necesariamente el ser humano y la sociedad deberán reflexionar, digerir y articular los nuevos términos y conceptos a la estructura del modelo prexistente, esto ocurre sólo si las transformaciones poseen como fin articular cuerpos conceptuales para mejorar el desempeño y aplicación de los modelos en el “Mundo de la Vida” y que coadyuven a elevar el nivel y calidad de vida de todos los seres vivos, conservando la biodiversidad y protegiendo y enriqueciendo el contexto en el cual se desarrollan, solo así se podrá hablar de enriquecer al ser humano, animales no humanos y a los micro y macro ecosistemas de los cuales somos productos y por los cuales nos desarrollamos.

Es en éste contexto que se hace necesario el aprender a “leer textos y contextos”, cuyo concepto va más allá, por ejemplo, al admirar un paisaje por su belleza, implicaría articular cognitivamente todos los saberes, interrelaciones y sucesos que han acontecido y ocurren para que ese paisaje halla alcanzado el estado actual y por el cual es digno de admiración, y, además, comprender las múltiples variables que se encuentran inmersas en ello y la responsabilidad de los actos humanos y no humanos, directos e indirectos, que se encuentran inmersos en la homeostasis química, física, biológica y psicológica de ello.

Todo lo anterior implica que el sistema educativo, en todos sus niveles, debe trascender y transformar su praxis pedagógica, es decir, de memorizar se debe cambiar a “Aprender a Aprender”, “Saber Ser”, “Saber Conocer”, “Saber Hacer” y “Saber Vivir en Comunidad”, lo que conlleva “Aprender a Aprender”, “Aprender a Pensar” y “Aprender a Dimensionar”.

De lo que se trata es de interpretar textos y contextos, algo que no es nuevo, ya que Aristóteles en su segundo tratado del Órganon titulado peri-hermeneias, trata fundamentalmente la reflexión sobre el lenguaje. Según él, nos ponemos en relación con las cosas por medio del lenguaje, pero no podemos hablar sobre la realidad sino “interpretándola”. El lenguaje, finalmente, es una hermenéutica de la realidad, por lo tanto “Leer es interpretar”, es relacionarse con las cosas por medio de los signos lingüísticos y no lingüísticos, entonces, es una forma de relación hermenéutica con la realidad. En otras palabras, interpretar el “Mundo de la Vida” en el seno mismo del aula, del texto y contexto interno y externo, conlleva aprender a observar las estancias de los hechos en la vida y en los diferentes contextos del universo externo y, sobre todo, interno.

MAG.

En próximas entregas se presentarán las demás partes de este ensayo.

[1] TUVILLA Rayo, José. “Reformas educativas, transversalidad y derechos humanos”. Sección española de EIP. 2000.http://cepric.blogspot.com/p/reflexiones-mag.htmlhttp://cepric.blogspot.com/2012/07/liderazgo-sinergia-social-cognitiva.html




Nuestro mayor reto en este siglo XXI: Cultivar «el lado más brillante de la naturaleza humana: el amor, el conocimiento, la piedad y la fe»

 





 

1.      INTRODUCCIÓN.

 

Uno de los aspectos que debería sumirnos a los seres humanos en una profunda reflexión es el cúmulo de noticias «negativas» que aparecen en los medios de comunicación. Y digo negativas porque en su trasfondo solo son verdades a medias -que son peor que las mentiras- en las que subyacen objetivos oscuros, creencias rígidas, ego­céntricas y perspectivas deformadas. Si bien es cierto que nuestra realidad presume de ser mucho más violenta que en tiempos pasados, también es cierto que los medios de comunicación por el solo hecho de anunciar las «chivas» se limitan, a veces sin fundamentación sólida, a denigrar del ser humano, sean grupos, etnias, sectas o naciones, y como siempre los menos desvalidos los pobres y animales no humanos. Muy particularmente en el contexto social de nuestro país se ocultan verdades con mentiras, por el solo hecho de la ambición al poder.

 

El reto de mayor prioridad en este siglo XXI para el Homo sapiens es crear la cultura de la verdad, la justicia, la ética, la no-violencia, la resolución negociada de conflictos, la lucha interior y el aprender a aprender, máxime en el momento histórico en el cual los colombianos viven. Momento en el cual se evidencia una crisis social de valores y moral profunda. Debemos reeducarnos en la empatía y el altruismo ilustrado, puesto que muchas veces olvidamos el ser humano que son nuestros congéneres, pasando por alto los inconvenientes intrafamiliares, económicos, de salud, de violencia y de mutismo que convergen en el seno de cada uno de ellos y, por consiguiente, llevan inmersos todos los seres humanos en todo momento y contexto de sus vidas.

 

Ya es muy común en nuestro país encontrar personas que aceptan los secuestros, las muertes, asesinatos, masacres, genocidios, suicidios, entre otros, como algo natural y muy normal. Claro esta, que nuestra historia esta plagada de violencia fratricida, de injusticias, de marginalidad y de oscurantismo obsceno, todo movilizado por las ansías de poder político, económico y religioso. Pero tal vez, la observación e imitación difusa del entorno histórico de la conquista y colonia española impregno en aquel hombre indígena y mestizo las ansias de poder, el rango y las jerarquías. Así apareció en nuestro territorio el sometimiento del hombre por el hombre, del colombiano por el colombiano, y así en otras latitudes… bajo la tutela de la habilidad de la clase política, la fuerza y la mal llamada culturización…

 

A través de la historia el hombre ha marginado al mismo hombre, en este sentido, un individuo ó grupo de individuos puede ser colocado en el extremo de la sociedad por su situación “diferente”. Es aquí, donde los sistemas políticos, religiosos, jurídicos, filosóficos y educativos hicieron su aparición con la propiedad privada, con las familias directoras que organizaban la producción social y tenían en sus manos la distribución y la defensa; organizaron y distribuyeron también, según sus intereses, no sólo los productos, sino los ritos, las creencias y las técnicas que los miembros de la tribu debían recibir y amoldaron dichos sistemas a su antojo para poder conservar su rango (las clases) y el poder del hombre sobre el hombre, sembrando así la injusticia y la marginalidad, este es pues el fuerte y nutricio caldo de cultivo que con el paso de los años ha dado el fruto de la violencia generalizada. Pero y entonces… en este siglo XXI, ¿qué se debe hacer para lograr una transformación y un cambio? Este ensayo es solo una propuesta a resolver esta pregunta.

 

 

2.      El Lado Iluminado del Ser Vivo

 

Durante la historia del Homo sapiens pululan ejemplos de doble moral, traición y poder, donde el hombre, sus sistemas sociales, sociedad, estados y sus sistemas económicos, formulan las leyes para muchos, en beneficio de unos pocos, en este sentido afirmaba Jean Paul Sartre “darse así mismo leyes y crear la posibilidad de desobedecerlas, viene a ser una misma cosa”. Agregaría que, a medida que los estados y la clase política son poderosos, tienen intereses oscuros (poder, dinero, posición de clases, petróleo, materiales preciosos, posición geográfica, entre otros), dirigen una estela de humo como cortina política para esclavizar y maltratar a otras sociedades, grupos étnicos u otros seres humanos u animales no humanos marginados.

 

En nuestro país no es gratuito que en regiones, departamentos, municipios y comunidades solo pulule la violencia y la venganza, pues ya hasta en los aficionados al fútbol se han visto muertes sin sentido, creo que es el fiel reflejo de una violencia desatada a mediados del siglo pasado entre liberales y conservadores -rojos y azules-, igual en el fútbol, lucha campal entre verdes, rojos, azules, blancos, amarillos, entre otros. Pero muy pocas personas hacen algo verdaderamente significativo para remediar tal estela de inconsciencia, o tratar de corregir esos prejuicios y distorsiones y de neutralizar las tendencias hostiles.

 

Nosotros los colombianos somos ahistóricos, pues el M19, en tiempos no muy lejanos, secuestro, asesino y masacro, hoy en día y de acuerdo con el código moral del nuevo orden, los que así actuaron, aquellos que secuestraron, torturaron y asesinaron, fueron absueltos de culpa y se encuentran como líderes políticos en el senado, la cámara y otros reductos del Estado -con lo anterior no quiero insinuar que no exista el perdón, sólo insito a la reflexión-.

 

Pero estos y los otros nunca se han dado cuenta, o no han querido darse cuenta por sus intereses oscuros de poder, que es importante conocer la perspectiva del grupo opuesto y reconocer que en ambos bandos existen prejuicios. Conocer el modo de estimular el lado bondadoso de la naturaleza humana constituye un método para contra­rrestar las conductas dañinas. Ensanchar nuestra perspectiva para ver a los «otros» como seres humanos… seres vivos… iguales que nosotros, lo cual nos puede volver compasivos frente a su vulnerabilidad y sufrimiento.

 

Entonces, se deberían formular programas basados en el conocimiento que tenemos del lado brillante de la naturaleza hu­mana: sus componentes benévolos y racionales. Así, se podrán crear, recrear y reforzar estructuras prosociales que contrarresten la hostilidad y la violencia. Las cualidades innatas de la empatía, la cooperación, el raciocinio y la reflexión, que son tan intrínsecas a la naturaleza humana como lo son la hostilidad, la ira y la violencia; todo ello puede proporcionar los materiales con los que construir o reconstruir las estructuras prosociales, pero sobre todo reconstruir nuestro interior. Pues, ante los miembros de nuestro grupo nos mostramos comprensivos y compasivos mucho más pronto que ante aquellos que no pertenecen a el, pero no existe impedimento alguno inamovible que nos impida mostrarnos así con toda la humanidad.

 

En nuestro país, los grupos al margen de la ley arman a bandas de jóvenes, para atentar contra personas e instituciones y contra otros grupos al margen de la ley. Este es el caldo de cultivo nutricio y letal en el cual la sociedad se está “desarrollando” y extendiendo. Aquí es donde la educación debe transformar su quehacer, y comprometerse ardua y honestamente con proyectos y programas que ayuden a comprender el contexto y las posibles variables a seguir.

 

Un importante preludio a este cambio es la transformación de la imagen precedente del adversario. Hay que reconocer que es difícil para una persona, tanto si actúa bajo su nombre como formando parte de un grupo, cambiar su estrecha y ce­ñida perspectiva por otra más dilatada. Para que uno pueda distanciarse de su perspectiva egocéntrica debe aceptar el prin­cipio de que, aunque su perspectiva parezca real y legítima, puede ser sesgada o incluso errónea o injusta. Y después de reco­nocer la posible falibilidad de su perspectiva, puede mirarla con objetividad y cuestionar su validez.

 

“Si me increpas con razón reflexiono, si me increpas sin razón reflexiono, el punto no es quién tenga la razón, el punto es que reflexione”. Entonces, no bastará con imaginar la perspectiva del otro, debemos reflexionar y sentir verdadera empatía, amor y sentir el dolor del otro. A diferencia de la compasión, que implica sentir pesar por el otro pero no experimentar su angustia, la empatia autentica consiste en compartir la perspectiva del otro y sentir su angustia. A diferencia de la compasión, que implica sentir por el otro pero no experimentar su angustia, la empatía auténtica consiste en compartir la perspectiva del otro y su angustia definida. En  nuestro caso en particular, sería como decir que los principales impulsores de una Ley de perdón y olvido, para que todos los alzados en armas en nuestro país tuvieran la oportunidad de resarcir sus delitos, serían los mismos reinsertados del M19, FARC, Autodefensas, entre otros, pero vemos tristemente que no es así, ¿qué oscuros intereses se anteponen entonces? O será que ya olvidaron que ellos preconizaban que como miembros de un grupo se movían bajo el lema de «Nosotros contra los demás», demostrando una moralidad egoísta y un narcisismo crónico. Así queda demostrado como la ideología del grupo suele anular los principios básicos de la reflexión, del humanismo y de la moralidad universal.

 

 

3.      CONCLUSIÓN.

 

El código humanista, la idea de universalidad del género humano, es un antídoto contra la perspectiva rígida característica del tribalismo, del nacionalismo y de la moralidad egocentrista. Si el valor de la vida humana eclipsa la ideología po­lítica o social de la persona, resulta más difícil hacer daño a los demás. Entonces no deberíamos centrarnos en la individualidad de las personas como concepto convencional de justicia moral. Esta orientación individua­lista recalca los derechos y las prerrogativas de la gente: vi­da, libertad y búsqueda de la felicidad; igualdad de oportu­nidades; trato imparcial y justicia. Esta visión se centra en la suposición de que la gente tiene múltiples formas de recla­mar justicia y de que compite entre sí por los recursos dis­ponibles o por una buena posición personal. Deberíamos centrarnos entonces en una orientación y formación afectuosa y reflexiva, que por el contrario, se sitúa en una perspectiva comunicativa donde no se pierde de vista el vínculo con nuestro interior y los demás. Los preceptos morales que surgen de esta orienta­ción giran en torno a la sensibilidad ante las necesidades de los otros, la responsabilidad por su bienestar y la inmolación de las necesidades personales en aras de las necesidades de los demás.

 

Cuando las personas se enfrentan a una situación compleja, deben decidir si hacen valer sus derechos, creencias religiosas y/o principios, por ejemplo, o si expresan afecto, o si simplemente buscan su interés personal.

 

El ser humano debería cambiar desde sus raíces, pues poco nos importa el sufrimiento de miles de huérfanos, secuestrados y mutilados por la violencia, y animales masacrados, entre otros. Es aquí donde el «altruismo» entra en acción, éste es la unión de muchos hilos que configuran el tejido social: empatia, afecto, identificación con los más débiles y autoimagen benévola. Cuando destaca la imagen de otro ser vivo (humano y animal no humano) que sufre o está en peligro, esta imagen insta a un ayudante potencial a ir en ayuda de la víctima. Cosa que en la mayoría de las religiones se predica, pero en la aplicación solo importa conquistar, con sus creencias a los demás. Efímero reflejo del ejemplo de la naturaleza y el universo.

 

Pero entonces se debería de hablar de un altruismo más elevado: el «altruismo humanista», antídoto del narcisismo grupal e individual de partidos políticos, religiones, sectas y fanáticos del fútbol, por ejemplo. Este altruismo humanista ilustrado puede burlar o debilitar a los tiranos, opresores y violentos que abundan en nuestra sociedad, ya sea en parajes inhóspitos (selvas, montañas, barrios periféricos, etc.), o con armas invisibles en las ciudades y estados (senado, cámara, asambleas, concejos, etc.) con trajes de etiqueta.

 

Está demostrado que un buen modelo de formación prosocial puede tener una aplicación práctica, centrado en en­señar a tener empatia y en actividades destinadas a identificar los sentimien­tos de nuestros hermanos. Los políticos, los educadores, los padres y en general todos nosotros, podemos hacer uso de una serie de recursos psicológicos, sin utilizar, para cambiar las creencias insertas en el egoísmo individual y grupal. Así podremos comenzar a cambiar billones de hectáreas de subconscientes sembradas de hostilidad, violencia y odio, además, abonadas por la venganza, el poder económico y político y la religión, a través de nuestra historia. Éste es el reto para el siglo XXI: utilizar todas las fuentes disciplinares, interdisciplinares y transdisciplinares para generar un clima más benévolo para nosotros, nuestros hijos, nuestros nietos, es decir para toda la raza humana y los demás seres vivos de nuestra querida pero tan olvidada Madre Tierra. Y así poder decir algún día por fin, que estamos en la era del «desarrollo sustentable a escala humana y ambiental» gracias a que cultivamos «el lado más brillante de la naturaleza humana»: «el amor hacia el conocimiento, la lucha interior y aprehender a leer con piedad, reflexión y fe, el sufrimiento del ser humano y de la naturaleza».

 

“Todo ser humano que posea la capacidad de mejorar el nivel, calidad de vida y pueda dar una luz de esperanza a sus congéneres y la naturaleza, tiene la responsabilidad inalienable de luchar con todas sus fuerzas, energía y lado más brillante, por esos objetivos. Para que después, sus huellas guíen a otros a salvarse o le ayuden a salvarse así mismo”  

 

Miguel Ángel Gutiérrez G.

MAG.











 

7 comentarios: