En general todos los seres humanos debemos leer mucho, casi todo el tiempo. Pero cuántos seres saben leer comprendiendo, asimilando, reflexionando y aprendiendo de ello. Antes leer fue un privilegio, en estos momentos leer y, sobre todo, “leer textos y contextos interpretándolos mediante una crítica argumentativa”, es una necesidad.
En este siglo XXI
nos encontramos con un volumen inimaginable de información, la cual es la base
más importante para el desarrollo científico y social. Lo anterior implica que
los seres humanos deben desarrollar las capacidades necesarias para trascender el
reunir vocales y consonantes o memorizar conceptos como simples grabadoras.
Anteriormente leer
implicaba solo deletrear, ahora y casi siempre, va más allá, lo cual implica
interpretar, comprender y tomar una posición crítico-reflexiva frente al texto
y el contexto. Leer es más que relacionar palabras, signos alfabéticos u otra
clase de símbolos, o su decodificación, puesto que en el siglo del “conocimiento
y la información” las TIC’s no solo facilitan las diferentes acciones y
gestiones humanas, también “unen y transportan” el mayor volumen de información
y conocimiento nunca antes pensada, por lo tanto, pueden, en primer lugar,
formar o deformar, y en segundo lugar, es imposible memorizar volúmenes tan
grandes de información. Solo se puede manejar comprendiendo, reflexionando y aplicándolo
al “Mundo de la Vida”.
Todo lo
anteriormente citado implica que las instituciones educativas de todo nivel,
especialmente los docentes, dirijan sus esfuerzos a desarrollar los procesos
perceptivos, cognitivos y lingüísticos necesarios para formar a las y los
estudiantes, con el propósito de desarrollar múltiples competencias.
El marco que soporta la propuesta de la educación por competencias
va más allá de una educación basada en transmisión de conocimientos, lo que infiere
explicita e implícitamente es desarrollar a las personas de forma integral en
todas sus dimensiones. Así, las competencias básicas, cognitivas,
comunicativas, emocionales, ciudadanas, laborales generales y específicas,
científicas, entre otras, aportan un nuevo marco teórico y conceptual que exige
a las instituciones educativas una restructuración a fondo, máxime, si
necesariamente para formar un ser humano integral se deben transversalizar en
los procesos de enseñanza-aprendizaje las dimensiones ética, biológica,
psicológica (cognitiva, comunicativa y emocional), y sociocultural y productiva,
así como también los conocimientos generales al igual que las temáticas,
contenidos y conocimientos específicos tendientes a formar un ser competente en
las diferentes dimensiones humanas.
El término «transversalidad», es un concepto que
deberá incorporarse en su ejecución y aplicabilidad, para comenzar a responder
a los retos que enfrenta la sociedad y la educación en éste siglo XXI. Tal y
como lo señala José Tuvilla Rayo: “La educación tiene la finalidad de
contribuir a desarrollar en los alumnos y alumnas aquellas capacidades que se
consideran necesarias para desenvolverse como ciudadanos con plenos derechos y
deberes en la sociedad en la que viven. Capacidades que tienen que ver no sólo
con los conocimientos que aportan las diversas materias curriculares o
disciplinas, sino también con ciertas cuestiones de una gran trascendencia en
la época actual sobre las cuales las sociedades reclaman una atención
prioritaria. La educación, por consiguiente, debe posibilitar que el alumnado
llegue a entender esos problemas cruciales -de los que se hace eco la comunidad
internacional- y a elaborar un juicio crítico respecto a ellos, siendo capaces
de adoptar actitudes y comportamientos basados en valores, racional y
libremente asumidos. Esta reflexión es la que ha llevado a emprender en
numerosos países reformas educativas que comparten el mismo enfoque curricular
y en las que el concepto de «transversalidad», aunque con diferencias, constituye uno
de sus más importantes rasgos, introduciendo nuevos contenidos curriculares,
pero sobre todo reconstruyendo y reformulando los existentes desde un nuevo
enfoque integrador e interdisciplinar”.[1]
Ya que en medio de tantas exigencias, retos y
necesidades que impone éste siglo del conocimiento y la información, aparecen
las transformaciones socioculturales y productivas, que también exigen reflexiones
en el “ser”, el “saber”, el “saber hacer” y el “saber
vivir en comunidad”. A su vez, todo esto lleva consigo el “enriquecimiento” teórico conceptual de
los modelos que dan soporte a ese ser, saber, hacer
y convivencia
social.
Pero, para que exista ese enriquecimiento
necesariamente el ser humano y la sociedad deberán reflexionar, digerir y
articular los nuevos términos y conceptos a la estructura del modelo prexistente,
esto ocurre sólo si las transformaciones poseen como fin articular cuerpos
conceptuales para mejorar el desempeño y aplicación de los modelos en el “Mundo de la Vida” y que coadyuven a
elevar el nivel y calidad de vida de todos los seres vivos, conservando la
biodiversidad y protegiendo y enriqueciendo el contexto en el cual se
desarrollan, solo así se podrá hablar de enriquecer al ser humano, animales no
humanos y a los micro y macro ecosistemas de los cuales somos productos y por
los cuales nos desarrollamos.
Es en éste contexto que se hace necesario el aprender
a “leer
textos y contextos”, cuyo concepto va más allá, por ejemplo, al admirar
un paisaje por su belleza, implicaría articular cognitivamente todos los
saberes, interrelaciones y sucesos que han acontecido y ocurren para que ese
paisaje halla alcanzado el estado actual y por el cual es digno de admiración, y,
además, comprender las múltiples variables que se encuentran inmersas en ello y
la responsabilidad de los actos humanos y no humanos, directos e indirectos,
que se encuentran inmersos en la homeostasis química, física, biológica y
psicológica de ello.
Todo lo anterior
implica que el sistema educativo, en todos sus niveles, debe trascender y
transformar su praxis pedagógica, es decir, de memorizar se debe cambiar a “Aprender
a Aprender”, “Saber Ser”, “Saber Conocer”, “Saber
Hacer” y “Saber Vivir en Comunidad”, lo que conlleva “Aprender a Aprender”, “Aprender
a Pensar” y “Aprender a Dimensionar”.
De lo que se trata
es de interpretar textos y contextos, algo que no es nuevo, ya que Aristóteles
en su segundo tratado del Órganon titulado peri-hermeneias, trata
fundamentalmente la reflexión sobre el lenguaje. Según él, nos ponemos en
relación con las cosas por medio del lenguaje, pero no podemos hablar sobre la
realidad sino “interpretándola”. El lenguaje,
finalmente, es una hermenéutica de la realidad, por lo tanto “Leer
es interpretar”, es relacionarse con las cosas por medio de los signos lingüísticos
y no lingüísticos, entonces, es una forma de relación hermenéutica con la
realidad. En otras palabras, interpretar el “Mundo de la Vida” en el seno
mismo del aula, del texto y contexto interno y externo, conlleva
aprender a observar las estancias de los hechos en la vida y en los diferentes
contextos del universo externo y, sobre todo, interno.
MAG.
En próximas entregas se presentarán
las demás partes de este ensayo.
[1] TUVILLA
Rayo, José. “Reformas educativas,
transversalidad y derechos humanos”. Sección española de EIP. 2000.http://cepric.blogspot.com/p/reflexiones-mag.htmlhttp://cepric.blogspot.com/2012/07/liderazgo-sinergia-social-cognitiva.html
Nuestro mayor reto en este siglo XXI: Cultivar «el lado más brillante de la naturaleza humana: el amor, el conocimiento, la piedad y la fe»
1. INTRODUCCIÓN.
Uno de los aspectos que debería sumirnos a los seres humanos en una
profunda reflexión es el cúmulo de noticias «negativas» que aparecen en
los medios de comunicación. Y digo negativas porque en su trasfondo solo son
verdades a medias -que son peor que las mentiras- en las que subyacen objetivos
oscuros, creencias rígidas, egocéntricas y perspectivas deformadas. Si bien es
cierto que nuestra realidad presume de ser mucho más violenta que en tiempos
pasados, también es cierto que los medios de comunicación por el solo hecho de
anunciar las «chivas» se limitan, a veces sin fundamentación sólida, a
denigrar del ser humano, sean grupos, etnias, sectas o naciones, y como siempre
los menos desvalidos los pobres y animales no humanos. Muy particularmente en
el contexto social de nuestro país se ocultan verdades con mentiras, por el
solo hecho de la ambición al poder.
El reto de mayor prioridad en este siglo XXI para el Homo sapiens es
crear la cultura de la verdad, la justicia, la ética, la no-violencia, la
resolución negociada de conflictos, la lucha interior y el aprender a aprender,
máxime en el momento histórico en el cual los colombianos viven. Momento en el
cual se evidencia una crisis social de valores y moral profunda. Debemos
reeducarnos en la empatía y el altruismo ilustrado, puesto que muchas veces
olvidamos el ser humano que son nuestros congéneres, pasando por alto los
inconvenientes intrafamiliares, económicos, de salud, de violencia y de mutismo
que convergen en el seno de cada uno de ellos y, por consiguiente, llevan
inmersos todos los seres humanos en todo momento y contexto de sus vidas.
Ya es muy común en nuestro país encontrar personas que aceptan los
secuestros, las muertes, asesinatos, masacres, genocidios, suicidios, entre
otros, como algo natural y muy normal. Claro esta, que nuestra historia esta
plagada de violencia fratricida, de injusticias, de marginalidad y de
oscurantismo obsceno, todo movilizado por las ansías de poder político,
económico y religioso. Pero tal vez, la observación e imitación difusa del
entorno histórico de la conquista y colonia española impregno en aquel hombre
indígena y mestizo las ansias de poder, el rango y las jerarquías. Así apareció
en nuestro territorio el sometimiento del hombre por el hombre, del colombiano
por el colombiano, y así en otras latitudes… bajo la tutela de la habilidad de
la clase política, la fuerza y la mal llamada culturización…
A través de la historia el hombre ha marginado al mismo hombre, en este
sentido, un individuo ó grupo de individuos puede ser colocado en el extremo de
la sociedad por su situación “diferente”. Es aquí, donde los sistemas
políticos, religiosos, jurídicos, filosóficos y educativos hicieron su
aparición con la propiedad privada, con las familias directoras que organizaban
la producción social y tenían en sus manos la distribución y la defensa;
organizaron y distribuyeron también, según sus intereses, no sólo los
productos, sino los ritos, las creencias y las técnicas que los miembros de la
tribu debían recibir y amoldaron dichos sistemas a su antojo para poder
conservar su rango (las clases) y el poder del hombre sobre el hombre,
sembrando así la injusticia y la marginalidad, este es pues el fuerte y
nutricio caldo de cultivo que con el paso de los años ha dado el fruto de la
violencia generalizada. Pero y entonces… en este siglo XXI, ¿qué se debe hacer para lograr una
transformación y un cambio? Este ensayo es solo una propuesta a
resolver esta pregunta.
2. El Lado Iluminado del Ser Vivo
Durante la historia del Homo sapiens pululan ejemplos de doble moral,
traición y poder, donde el hombre, sus sistemas sociales, sociedad, estados y
sus sistemas económicos, formulan las leyes para muchos, en beneficio de unos
pocos, en este sentido afirmaba Jean Paul Sartre “darse así
mismo leyes y crear la posibilidad de desobedecerlas, viene a ser una misma
cosa”. Agregaría que, a medida que los estados y la clase política son
poderosos, tienen intereses oscuros (poder, dinero, posición de clases, petróleo,
materiales preciosos, posición geográfica, entre otros), dirigen una estela de
humo como cortina política para esclavizar y maltratar a otras sociedades,
grupos étnicos u otros seres humanos u animales no humanos marginados.
En nuestro país no
es gratuito que en regiones, departamentos, municipios y comunidades solo
pulule la violencia y la venganza, pues ya hasta en los aficionados al fútbol
se han visto muertes sin sentido, creo que es el fiel reflejo de una violencia
desatada a mediados del siglo pasado entre liberales y conservadores -rojos y
azules-, igual en el fútbol, lucha campal entre verdes, rojos, azules, blancos,
amarillos, entre otros. Pero muy pocas personas hacen algo verdaderamente
significativo para remediar tal estela de inconsciencia, o tratar de corregir
esos prejuicios y distorsiones y de neutralizar las tendencias hostiles.
Nosotros los colombianos somos ahistóricos, pues el M19, en tiempos no
muy lejanos, secuestro, asesino y masacro, hoy en día y de acuerdo con el
código moral del nuevo orden, los que así actuaron, aquellos que secuestraron,
torturaron y asesinaron, fueron absueltos de culpa y se encuentran como líderes
políticos en el senado, la cámara y otros reductos del Estado -con lo anterior
no quiero insinuar que no exista el perdón, sólo insito a la reflexión-.
Pero estos y los otros nunca se han dado cuenta, o no han querido darse
cuenta por sus intereses oscuros de poder, que es importante conocer la
perspectiva del grupo opuesto y reconocer que en ambos bandos existen
prejuicios. Conocer el modo de estimular el lado bondadoso de la naturaleza
humana constituye un método para contrarrestar las conductas dañinas.
Ensanchar nuestra perspectiva para ver a los «otros» como seres humanos…
seres vivos… iguales que nosotros, lo cual nos puede volver compasivos frente a
su vulnerabilidad y sufrimiento.
Entonces, se deberían formular programas basados en el conocimiento que
tenemos del lado brillante de la naturaleza humana: sus componentes benévolos
y racionales. Así, se podrán crear, recrear y reforzar estructuras prosociales
que contrarresten la hostilidad y la violencia. Las cualidades innatas de la
empatía, la cooperación, el raciocinio y la reflexión, que son tan intrínsecas
a la naturaleza humana como lo son la hostilidad, la ira y la violencia; todo
ello puede proporcionar los materiales con los que construir o reconstruir las
estructuras prosociales, pero sobre todo reconstruir nuestro interior. Pues, ante
los miembros de nuestro grupo nos mostramos comprensivos y compasivos mucho más
pronto que ante aquellos que no pertenecen a el, pero no existe impedimento
alguno inamovible que nos impida mostrarnos así con toda la humanidad.
En nuestro país, los grupos al margen de la ley arman a bandas de
jóvenes, para atentar contra personas e instituciones y contra otros grupos al
margen de la ley. Este es el caldo de cultivo nutricio y letal en el cual la
sociedad se está “desarrollando” y extendiendo. Aquí es donde la educación debe
transformar su quehacer, y comprometerse ardua y honestamente con proyectos y
programas que ayuden a comprender el contexto y las posibles variables a seguir.
Un importante preludio a este cambio es la transformación de la imagen
precedente del adversario. Hay que reconocer que es difícil para una persona,
tanto si actúa bajo su nombre como formando parte de un grupo, cambiar su
estrecha y ceñida perspectiva por otra más dilatada. Para que uno pueda distanciarse
de su perspectiva egocéntrica debe aceptar el principio de que, aunque su
perspectiva parezca real y legítima, puede ser sesgada o incluso
errónea o injusta. Y después de reconocer la posible falibilidad de su
perspectiva, puede mirarla con objetividad y cuestionar su validez.
“Si me increpas con razón reflexiono, si me
increpas sin razón reflexiono, el punto no es quién tenga la razón, el punto es
que reflexione”. Entonces, no bastará con imaginar la perspectiva del otro, debemos reflexionar
y sentir verdadera empatía, amor y sentir el dolor del otro. A diferencia de la
compasión, que implica sentir pesar por el otro pero no experimentar su
angustia, la empatia autentica consiste en compartir la perspectiva del otro y
sentir su angustia. A diferencia
de la compasión, que implica sentir por el otro pero no experimentar su
angustia, la empatía auténtica consiste en compartir la perspectiva del otro y
su angustia definida. En nuestro caso en
particular, sería como decir que los principales impulsores de una Ley de
perdón y olvido, para que todos los alzados en armas en nuestro país tuvieran
la oportunidad de resarcir sus delitos, serían los mismos reinsertados del M19,
FARC, Autodefensas, entre otros, pero vemos tristemente que no es así, ¿qué
oscuros intereses se anteponen entonces? O será que ya olvidaron que ellos
preconizaban que como miembros de un grupo se movían bajo el lema de «Nosotros
contra los demás», demostrando una moralidad egoísta y un narcisismo
crónico. Así queda demostrado como la ideología del grupo suele anular los
principios básicos de la reflexión, del humanismo y de la moralidad universal.
3. CONCLUSIÓN.
El código humanista, la idea de universalidad del género
humano, es un antídoto contra la perspectiva rígida característica del
tribalismo, del nacionalismo y de la moralidad egocentrista. Si el valor de la
vida humana eclipsa la ideología política o social de la persona, resulta más
difícil hacer daño a los demás. Entonces no deberíamos centrarnos en la
individualidad de las personas como concepto convencional de justicia moral.
Esta orientación individualista recalca los derechos y las
prerrogativas de la gente: vida, libertad y búsqueda de la felicidad; igualdad
de oportunidades; trato imparcial y justicia. Esta visión se centra en la
suposición de que la gente tiene múltiples formas de reclamar justicia y de
que compite entre sí por los recursos disponibles o por una buena posición
personal. Deberíamos centrarnos entonces en una orientación y formación afectuosa
y reflexiva,
que por el contrario, se sitúa en una perspectiva comunicativa donde no se
pierde de vista el vínculo con nuestro interior y los demás. Los preceptos
morales que surgen de esta orientación giran en torno a la sensibilidad ante
las necesidades de los otros, la responsabilidad por su bienestar y la
inmolación de las necesidades personales en aras de las necesidades de los
demás.
Cuando las personas se enfrentan a una situación compleja,
deben decidir si hacen valer sus derechos, creencias religiosas y/o principios,
por ejemplo, o si expresan afecto, o si simplemente buscan su interés personal.
El ser humano debería cambiar desde sus raíces, pues poco nos importa el
sufrimiento de miles de huérfanos, secuestrados y mutilados por la violencia, y
animales masacrados, entre otros. Es aquí donde el «altruismo» entra en acción, éste
es la unión de muchos hilos que configuran el tejido social: empatia,
afecto, identificación con los más débiles y autoimagen benévola.
Cuando destaca la imagen de otro ser vivo (humano y animal no humano) que sufre
o está en peligro, esta imagen insta a un ayudante potencial a ir en ayuda de
la víctima. Cosa que en la mayoría de las religiones se predica, pero en la
aplicación solo importa conquistar, con sus creencias a los demás. Efímero
reflejo del ejemplo de la naturaleza y el universo.
Pero entonces se debería de hablar de un altruismo más elevado: el «altruismo
humanista»,
antídoto del narcisismo grupal e individual de partidos políticos, religiones,
sectas y fanáticos del fútbol, por ejemplo. Este altruismo humanista ilustrado
puede burlar o debilitar a los tiranos, opresores y violentos que abundan en
nuestra sociedad, ya sea en parajes inhóspitos (selvas, montañas, barrios
periféricos, etc.), o con armas invisibles en las ciudades y estados (senado,
cámara, asambleas, concejos, etc.) con trajes de etiqueta.
Está demostrado que un buen modelo de
formación prosocial puede tener una aplicación práctica, centrado en enseñar a
tener empatia y en actividades destinadas a identificar los sentimientos de
nuestros hermanos. Los políticos, los educadores, los padres y en general todos
nosotros, podemos hacer uso de una serie de recursos psicológicos, sin utilizar,
para cambiar las creencias insertas en el egoísmo individual y grupal. Así
podremos comenzar a cambiar billones de hectáreas de subconscientes sembradas
de hostilidad, violencia y odio, además, abonadas por la venganza, el poder
económico y político y la religión, a través de nuestra historia. Éste es el
reto para el siglo XXI: utilizar todas las fuentes disciplinares,
interdisciplinares y transdisciplinares para generar un clima más benévolo para
nosotros, nuestros hijos, nuestros nietos, es decir para toda la raza humana y
los demás seres vivos de nuestra querida pero tan olvidada Madre Tierra. Y así
poder decir algún día por fin, que estamos en la era del «desarrollo sustentable a escala humana y
ambiental» gracias a que
cultivamos «el lado más brillante de la naturaleza humana»: «el
amor hacia el conocimiento, la lucha interior y aprehender a leer con piedad,
reflexión y fe, el sufrimiento del ser humano y de la naturaleza».
“Todo ser humano que posea la capacidad de mejorar el nivel, calidad de
vida y pueda dar una luz de esperanza a sus congéneres y la naturaleza, tiene la
responsabilidad inalienable de luchar con todas sus fuerzas, energía y lado más
brillante, por esos objetivos. Para que después, sus huellas guíen a otros a
salvarse o le ayuden a salvarse así mismo”
Miguel Ángel Gutiérrez G.
MAG.
Espero la otra parte, y la verdad hay que aprender a leer.
ResponderEliminarTodavía a muchos profesionales nos toca esmerarnos más, sobre todo aprender a leer.
ResponderEliminarYo también esperare las otras partes.
ResponderEliminarme gusta.
ResponderEliminarProfe me gusto mucho.
ResponderEliminarBuen documento me hace preguntarme si enverdad se leer o pensar
ResponderEliminarBuen artículo hay que esperar las demás partes.
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